Un amor propio a mi manera

Hoy me pare frente al espejo y vi a mi yo del pasado, fue una de esas mañanas en las que me llega la nostalgia de años o momentos pasados. No es que no me guste mi vida, realmente ahora me siento pleno y amo lo que hago; simplemente me puse a reflexionar un poco sobre quien era antes y como he crecido hasta ser quien soy ahora.

No soy la misma persona que era hace ya algunos años, muchas cosas han cambiado en mí, más por dentro que por fuera.

Definitivamente los golpes que nos vamos dando a lo largo de nuestra vida nos hacen crecer, poco a poco vamos aprendiendo qué hacer y qué dejar de hacer para llegar a donde queremos. Así que ni para qué darme golpes de pecho o torturarme deseando haber actuado distinto. Mejor lo acepto como una realidad: soy una persona y como tal he metido la pata y muy seguido, pero también he aprendido a base de mis errores. Eso es lo importante.

Entre tantas decisiones que he tomado, hay una en particular que me hace sentir orgulloso de mi mismo y es que decidí empezar a ser mi propia versión de mi.

Suena medio confuso, cursi he incluso extraño y todo lo que quieras, pero aventurarme en este proceso de encontrarme a mí mismo y aceptarme como soy ha sido una de las mejores cosas que he decidido aunque sinceramente mas difícil de lo que realmente parece.

Un día me harté de ir por la vida siempre dejándome llevar por la corriente. Me cansé de permitir que otros me dijeran quién soy, qué debe gustarme, cómo debo vestir, qué puedo hacer; así que decidí renunciar a todo y a todos, y elegirme a mí. Me fui por el camino del amor propio, de ese del que tanto hablan.

Un amor propio a mi manera, dejé de lado mis apegos aunque eso implicó soltar la vida que conocía y de muchas de las personas a quienes más quería.

Elegí buscar la realización personal y profesional en vez de seguir viviendo una historia con la que no me identificaba. Me atreví a hacer lo que me apasiona aunque mi gente se medio infartara al principio. Puse primero mi felicidad y no dejé (o al menos eso trato) de que nadie me definiera.

Comprendí que para llegar a donde quería debía dejar de perder el tiempo con personas que no aportan nada y con esa idea estúpida de encargar en lo que los demás esperan de mi. Nadie tiene el poder de definirme; sólo yo.

Desde aquel momento me he ido acercando a la plenitud. Cada día trabajo en mi para alcanzarla, por mí y para mí.

Te invito a que te elijas; a que decidas empezar el proceso de ser tú mismo.

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